sábado, marzo 31, 2012

La Hora del Planeta: Una opinión discrepante

La energía eléctrica barata y abundante es un logro y un derecho de toda la humanidad.

Ross McKitrick es un profesor de economía de la Universidad de Guelph, en Canadá. En 2009 un periodista le preguntó su opinión sobre la importancia de la Hora del Planeta. Esta es su respuesta, que yo comparto totalmente.

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La electricidad es un logro y un derecho de la humanidad.
© Heber Rizzo
Aborrezco la Hora del Planeta.

La electricidad abundante y barata ha sido la mayor fuente de liberación humana en el siglo XX. Cada uno de los avances materiales de la sociedad durante el pasado siglo dependió de la proliferación de energía eléctrica barata y confiable.

La libertad de la mujer para trabajar fuera del hogar dependió de la disponibilidad de artefactos eléctricos que dejaron tiempo libre en las tareas domésticas. La liberación de los niños de las labores menores y su acceso a las escuelas dependió de lo mismo, así como la posibilidad de proporcionar una luz interior segura para poder leer.

Sin electricidad, el desarrollo y prestación de la salud pública moderna serían imposibles. La expansión de nuestros suministros de alimentos y la promoción de la higiene y la nutrición dependieron de nuestra capacidad de riego de los campos, de cocinar alimentos cocidos y de la refrigeración de las comidas, así como de un suministro continuo de agua en los hogares.


Muchos de los pobres del mundo sufren condiciones ambientales brutales en sus propios hogares ante de necesidad de cocinar por medio de fuegos interiores que queman ramas y estiércol. Esto causa además la deforestación local y la proliferación de enfermedades pulmonares relacionadas con el humo y los parásitos.

Quienquiera que desee la mejora de las condiciones locales en el tercer mundo debería comprender la importancia del acceso a la electricidad barata generada por instalaciones que utilizan combustibles fósiles. Al fin y al cabo, así es como se ha desarrollado occidente.

Toda la mentalidad que rodea a la Hora del Planeta demoniza la electricidad. Yo no puedo hacerlo, y en cambio la celebro a ella y a todo lo que ha proporcionado a la humanidad.

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Ross McKitrick
© Wikipedia
La Hora del Planeta celebra la ignorancia, la pobreza y el tercermundismo. Al repudiar a la mayor herramienta de liberación se convierte en una hora que adora el anti-humanismo. Alienta el gesto hipócrita de apagar algunos simples electrodomésticos durante un tiempo trivial, en deferencia a una abstracción poco definida llamada “planeta”, mientras que al mismo tiempo se retienen los beneficios reales de un suministro eléctrico confiable y continuo.

La gente que considera que vivir sin electricidad es una virtud deberían apagar sus refrigeradores, cocinas, microondas, computadoras, calefactores de agua, la TV, las luces, y todas los otros aparatos eléctricos por un mes, no por una hora. Y de paso apagar también las unidades cardíacas en los hospitales, y al mismo tiempo toda la electricidad en ellos.

No deseo regresar a la naturaleza. Viajen a una zona que haya sido castigada por terremotos, inundaciones y huracanes para ver lo que significa volver a la naturaleza.

Para los seres humanos, la vida en la naturaleza implicó una corta expectativa de vida marcada por la violencia, la enfermedad y la ignorancia. La gente que trabaja por el fin de la pobreza y por el alivio de las enfermedades está luchando contra la naturaleza. Espero que hoy dejen encendidas sus luces.

Aquí en Ontario, donde vivo, por medio del uso de la tecnología de control de la contaminación y de la ingeniería avanzada la calidad del aire ha mejorado dramáticamente desde la década de 1960, a pesar de la expansión de la industria y del suministro eléctrico.

Si a pesar de todo esto vamos a tener la opinión de que todas las emisiones a la atmósfera superan a todos los beneficios de la electricidad y que deberíamos sentarnos avergonzados por una hora en la obscuridad, como niños traviesos que han sido cogidos haciendo algo malo, entonces estaremos estableciendo que la naturaleza intocada es un ideal absoluto y trascendente que elimina a todas las otras obligaciones humanas y éticas.

No, gracias.

Me gusta visitar a la naturaleza, pero no deseo vivir allí, y rehúso aceptar la idea de que la civilización, con todos sus beneficios, es algo de lo que debamos avergonzarnos.

Ross McKitrick
Profesor de Economía
Universidad de Guelph

1 comentario:

pvl dijo...

Impecable: es algo parecido a lo que en otro orden afirma R. Dawkins: "A 9.000 m de los únicos relativistas culturales que existen son los hipócritas".