martes, febrero 22, 2011

Una flor en Cefeo

Imágenes celestes: estrellas jóvenes reunidas en la nebulosa NGC 7129, por Spitzer.

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Racimo de estrellas jóvenes en NGC 7129.
© NASA/JPL/Caltech/Harvard-Smithsonian CfA

Un día gris en Jaca. La Peña de Oroel nos abriga con su sombra helada, y sobre los Pirineos cubiertos de nieve el viento sopla fuerte: es un escenario algo tristón.

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Peña de Oroel, nevada.
© H.Rizzo
Tengo un poco descuidado a este blog, y el momento es el justo para volver a mi vieja serie de Imágenes Celestes, con una visión de alegría juvenil como la que nos regala el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA, en una fotografía conmemorativa del Día de San Valentín: un racimo en forma de capullo de rosa dibujado por un conjunto de estrellas jóvenes y brillantes en la nebulosa conocida como NGC 7129, localizada a unos 3300 años-luz de distancia en la dirección de la constelación de Cefeo.

Un censo reciente del grupo revela la presencia de 130 estrellas jóvenes. Se formaron a partir de una masiva nube de gas y polvo que contiene suficiente materia prima como para crear un millar de estrellas tipo Sol. En un proceso todavía poco comprendido, algunos fragmentos de esta nube molecular se volvieron tan fríos y densos que colapsaron sobre sí mismos hasta convertirse en estrellas. Se piensa que la mayoría de las estrellas de nuestra Vía Láctea se formaron en racimos similares.

Esta imagen del Telescopio Espacial Spitzer se obtuvo con un conjunto de cámaras infrarrojas sensibles a la invisible luz infrarroja en longitudes de onda que son unas diez veces más largas que las de la luz visible. En esta composición de cuatro colores, la emisión de 3,6 micrones se muestra en color azul, la de 4,5 micrones en verde, la de 5,8 micrones en naranja, y la de 8,0 micrones en rojo, y cubre una región que equivale aproximadamente a un cuarto de luna llena.

Como en cualquier guardería, reina el desorden. En el astronómicamente breve periodo de un millón de años, las estrellas se las han arreglado para crear una gran burbuja irregular en la nube molecular que alguna vez las envolvió como una crisálida. El tono rosa pálido es producido por gránulos resplandecientes de polvo en la superficie de la burbuja que son calentados por la intensa luz de las jovenes estrellas que se encuentran insertas en ella.

Después de absorber los fotones de luz ultravioleta y visible generados por las estrellas, los gránulos de polvo se calientan y re-emiten la energía en ondas infrarrojas más largas que fueron observadas por Spitzer. Los colores rojizos marcan la distribución de material molecular que se supone es rico en hidrocarburos.

La fría nube molecular fuera de la burbuja es casi invisible en estas imágenes. Sin embargo, tres estrellas muy jóvenes cercanas al centro de la fotografía están lanzando chorros supersónicos de gas hacia la nube. El impacto de estos chorros calienta las moléculas de monóxido de carbono de la nube, produciendo la intrincada nebulosidad verde que forma el tallo de la rosa.

No todas las estrellas se forman en cúmulos. Lejos de la nebulosa principal y su joven racimo hay otras dos nebulosas más pequeñas, a la izquierda y abajo de la rosa. Cada una de ellas contiene una guardería estelar con solamente unas pocas estrellas jóvenes.

Los astrónomos creen que nuestro Sol se formó, hace miles de millones de años, en un racimo similar a NGC 7129. Cuando la radiación de las estrellas del nuevo racimo destruyen al material placental que las rodea, las estrellas comienzan a alejarse lentamente unas de otras.

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Telescopio Espacial Infrarrojo Spitzer.
© NASA / JPLCaltech
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Artículo original: “Spitzer Telescope Sends Rose for St. Valentine's Day”
Fecha: Febrero 12, 2004
Enlace con el artículo original:
aquí
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