sábado, febrero 28, 2009

Y en el principio fueron las esponjas…

Antiguos biomarcadores proporcionan evidencia sobre los primeros seres multicelulares, según informan los siguientes dos artículos que resultan complementarios y merecen ambos ser leídos.


1) - Indicios apuntan a las esponjas como primeras formas de vida animal
Noticia del MIT, por David Chandler

El mismo Charles Darwin se asombraba por la súbita aparición en el registro fósil de una gran variedad de criaturas multicelulares, un florecimiento rápido conocido como “explosión cámbrica”. Desde entonces, se descubrió que el origen de los animales de extendía a épocas anteriores, a través de un período conocido como “Ediacárico”. Ahora, la evidencia descubierta por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT = Massachusetts Institute of Technology), de la Universidad de California en Riverside, y de otros institutos, demuestra que las primeras formas complejas de vida podrían, de hecho, haber aparecido incluso mucho antes.

Evidence_of_early_sponges_in_Oman

Evidencia de esponjas primitivas en sedimentos en Omán, en una roca de carbonato de calcio (de la era Marinoana, hace unos 635 millones de años) depositada sobre rocas de origen glacial. Los esteroides más antiguos detectados están debajo de este carbonato, de modo que anteceden el final de las glaciaciones marinoanas.

© David Fick

Según parece, nuestros primeros ancestros animales fueron las esponjas, seres multicelulares que se alimentan haciendo pasar el agua del mar a través de un complejo sistema de canales internos. Y estas esponjas primitivas podrían anteceder al período ediacárico en hasta 80 millones de años, de acuerdo a lo que muestra esta nueva evidencia.

Los animales de cuerpo blando tales como las esponjas muy raramente se preservan como fósiles, de modo que encontrar evidencia de su aparición requirió un poco de trabajo detectivesco inteligente. La clave resultó ser el examen de productos químicos inusuales: esteroides de un tipo particular producidos abundantemente por las esponjas pero prácticamente nunca por organismos más simples.

Estudiando una inusualmente bien preservada secuencia de estratos descubierta en Omán, el equipo investigador pudo extraer estos “fósiles químicos” de un gran número de muestras que abarcaban decenas de millones de años, antes, durante y después del período ediacárico. Esto proporcionó una evidencia clara de que las esponjas debieron evolucionar mucho antes de la gran variedad de organismos multicelulares que proliferaron en los albores de ese período.

La nueva investigación fue realizada en Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra (EAPS = Department of Earth, Atmospheric and Planetary Sciences) del MIT, bajo la dirección del profesor de geología Roger Summons.

Según dice Summons, el estudio comenzó cuando se le pidió examinar muestras de petróleo de pozos de Omán que surgen los más antiguos campos de producción petrolera del mundo. Las muestras de petróleo de estos pozos “son únicas en la historia geológica a causa de su gran antigüedad y composición geoquímica, de modo que buscamos fósiles moleculares poco comunes”. Simultáneamente otro profesor del MIT, Samuel Bowring, y su estudiante post-doctoral Daniel Condon, pudieron asignar edades precisas a un número de capas de ceniza volcánica en los mismos pozos, utilizando técnicas de geocronología de uranio-plomo desarrolladas en su laboratorio. La combinación de edades precisas y de diagnóstico de fósiles químicos es un aspecto particularmente convincente de la investigación.

Después de trabajosos análisis químicos, descubrieron una abundancia de esteroides derivados de las esponjas, y con ellos, una fuerte y nueva evidencia de que las esponjas, que se encuentran entre las formas más simples de la vida multicelular, fueron de hecho los primeros organismos de ese tipo sobre la Tierra. En pocas palabras, habían encontrado signos claros de la base misma del árbol evolutivo de la vida animal.

“Nada de esto me sorprende”, dice Summons, porque ya otros habían hipotetizado, basados en la evidencia genómica, que las esponjas eran las formas más primitivas de vida animal. Pero esa evidencia había permanecido siendo algo controversial, mientras que con los nuevos hallazgos “la hemos confirmado, eliminando todas las ambigüedades”.

Summons agrega que “esto también podría representar el advenimiento de los primeros sistemas de barrera construidos por animales, en lugar de por microbios”. Y el establecimiento de ese nuevo nicho ecológico podría haber ayudado a allanar el camino para la posterior explosión de organismos complejos, hace unos 580 millones de años.

En esa época de la historia geológica, la Tierra recién estaba saliendo de la última de sus fases “Tierra Bola de Nieve”, cuando todo el planeta estaba cubierto de hielo. Como los nuevos hallazgos demuestran que la vida compleja parece haber comenzado decenas de millones de años antes de ese momento, eso significa que estos organismos pudieron sobrevivir a través de ese episodio extremo de glaciación, algo que muchos científicos consideraban imposible. Esto proporciona nueva evidencia de que el congelamiento no fue absoluto, sino que quedaron algunos puntos abiertos de agua.

“Hay muchísima evidencia en estas rocas que hubo lugares sobre la Tierra en los que la vida florecía”, durante este episodio conocido como Criogeniano, dice Summons. “Tiene que haber habido algunos refugios. Ciertamente, la vida no se apagó”.

El autor principal del artículo de Nature es Gordon D. Love, un estudiante post-doctoral en el MIT cuando la investigación fue realizada, y ahora profesor en la Universidad de California, Riverside. Entre otros autores se encuentran Emmanuelle Grosjean, ahora en Geoscience Australia, Charlotte Stalvies de la Universidad de Newcastle upon Tyne, en el Reino Unido, David A. Fike y John Grotzinger de Caltech, y los estudiantes graduados Alexander Bradley, Amy Kelly, Maya Bhatia, Browning y Condon, y William Meredith y Colin Snape de la Universidad de Nottingham, Reino Unido.

El trabajo fue financiado por Petroleum Development Oman, el Programa de Exobiología de la NASA, el Programa NSF EAR, el Instituto Agouron y el Instituto de Astrobiología de la NASA.


2) - Ancestros de los animales podrían haber sobrevivido a la “Tierra Bola de Nieve”
Artículo de Science News, por Rachel Eherenberg

Un nuevo análisis de antiguos fósiles químicos ha sacudido la cuna de la evolución animal, retrotrayendo la evidencia convincente de vida animal hasta hace al menos 635 millones de años.

Demospongea

El esteroide fósil Demosponge, conocido actualmente como proveniente de las demoesponjas, proporciona claves sobre animales primitivoas.

© Jane Fromont, Western Australian Museum

Los hallazgos, publicados en el número del 5 de febrero de Nature, sugieren que el ancestro más antiguo de los animales ya completamente formados sobrevivió a una glaciación masiva que cubrió con hielo a la Tierra a fines del acertadamente denominado período Criogeniano. Se continúa debatiendo sobre cuánto del planeta se mantuvo congelado durante dos edades de hielo, cada una de ellas un posible evento “Tierra Bola de Nieve” que flanqueó a dicho período, que se extendió desde hace unas 790 millones de años hasta aproximadamente unos 630 millones de años atrás.

Los nuevos resultados sugieren que incluso si los glaciares alcanzaron el ecuador durante la segunda edad de hielo, es probable que algunos bolsillos cálidos, creados quizás por la actividad volcánica o por las chimeneas hidrotermales, pudieran haber persistido y albergado vida.

“La evidencia de vida animal antes del Marinoano”, la severa glaciación de hace 635 millones de años, “realmente significa mucho”, dice Jochen Brocks de la Universidad Nacional de Australia en Canberra. Brocks y Nicholas Butterfield de la Universidad de Cambridge en Inglaterra fueron co-autores de un comentario de Nature sobre el nuevo trabajo.

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Antiguos Biomarcadores: Los científicos detectaron una huella química de vida animal que parece comenzar antes del final de una importante era glacial, la Marinoana. La señal (en color naranja) se estrecha hace unos 540 millones de años, quizás a causa de la llegada de otros animales.

© Nature

Existe evidencia de vida eucariota (organismos con ADN guardado en un núcleo protector) desde hace unos 1 900 millones de años, dice Brocks. Pero los animales multicelulares mismos no aparecen en escena hasta mucho más tarde. La explosión cámbrica es a menudo citada como la danza inaugural de la evolución animal, un período de unos 20 millones de años que comenzó hace 520 millones de años, cuando se establecieron los representantes de muchos de los grandes grupos animales actuales.

Pero también existe bastante evidencia de que los animales evolucionaron antes del Cámbrico, incluyendo una extraña aglomeración conocida como “fauna ediacárica”, que floreció durante el período Ediacárico que algunos estudios sugieren que duró desde hace 635 millones hasta hace 542 millones de años. Muchos científicos creen que los animales multicelulares del Ediacárico fueron un experimento temprano en la evolución animal que terminó mal y que tuvo pocos sobrevivientes.

Sin embargo, las esponjas podrían haber entrado en escena antes del Ediacárico y sobrevivido a través de él. El nuevo análisis, liderado por el geoquímico orgánico Gordon Love de la Universidad de California, Riverside, documenta los restos moleculares de un esteroide encontrado en roca sedimentaria depositada a 150 metros por debajo del final de la era de hielo marinoana (los investigadores debaten sobre la fecha exacta de comienzo de esta edad de hielo).

El esteroide fósil, conocido como 24-isopropilcolestano, o 24-ipc, es la forma geológicamente estable de un esteroide conocido actualmente en las membranas celulares de una de las tres clases de esponjas, las Demospongiae. La molécula es formada también por un pequeño grupo de algas, pero los porcentajes de 24-ipc con respecto a otros compuestos de las algas las descartan como su fuente.

Trabajando con núcleos provenientes de una cuenca salina en el sur de Omán, Love y su equipo documentaron la presencia de 24-ipc durante todo el Ediacárico, y en las capas debajo del mismo. Para asegurarse de que esta huella química no hubiera migrado desde rocas más jóvenes, los investigadores analizaron también la señal de una resistente matriz de materia orgánica conocida como querógeno, que no puede moverse a través de la roca.

Los descubrimientos no pueden indicar cuando aparecieron por primera vez los animales multicelulares, pero pueden decir que los animales multicelulares estuvieron por los alrededores hace al menos 635 millones de años y, según informan los investigadores, quizás incluso en fechas tan tempranas como 751 millones de años atrás.

“Estos son los fósiles animales bona fide más antiguos”, dice el paleobiólogo molecular Kevin Peterson del Colegio Dartmouth. Unos posibles embriones fósiles que datan de hace unos 580 millones de años eran previamente los fósiles inequívocos más antiguos que se consideraban ancestros de los animales actuales.

“El hallazgo de una molécula que fue creada por un organismo, significa que la capacidad biosintética para confeccionarla debe haber evolucionado previamente”, dice Brocks.

El período Criogeniano está marcado por una glaciación inicial, la Sturtiana, luego por un período de calentamiento, y más tarde una segunda glaciación, la Marinoana. Las moléculas fósiles sugieren que los animales que las crearon debieron estar allí a fines del Marinoano, y que debieron haber evolucionado en el período cálido entre el Sturtiano y el Marinoano, según Love.

Aún si las glaciaciones durante este período “Tierra Bola de Nieve” no congelaron los mares, como algunos han sugerido, debieron haber alterado para siempre la química oceánica, dice Love. El trastorno medioambiental podría haber abierto nuevos nichos y presentado una oportunidad para que las esponjas multicelulares se diseminaran por todos los mares.

El nuevo trabajo encaja perfectamente con el reloj molecular que se utiliza para fechar la evolución de la vida multicelular, dice Peterson. También se corresponde en buena forma con las ideas sobre la química oceánica y atmosférica. Estas esponjas primitivas podrían haber dado lugar a la oxigenación de los océanos profundos, lo que posteriormente facilitó el camino para más vida. Las esponjas son un animal fijo dominante en el Cámbrico, pero luego su presencia parece disminuir, quizás a causa del advenimiento de otros animales.

“Las esponjas son, esencialmente, como aspiradoras; absorben la materia orgánica que está en los océanos del mundo”, dice Peterson. Grandes cantidades de materia orgánica, la forma orgánica del carbono, se encuentran relacionadas con un ciclo complejo que incluye al oxígeno.

Brock concuerda con esto. “Las esponjas podrían haber filtrado toda el excremento, podrían haber sido las limpiadoras del los océanos”, dice. “Es una idea interesante. Resumiendo, es un hallazgo muy interesante, una tarea rigurosa, y un buen trabajo”.

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Árbol_de_la_vida

El árbol de la vida.

© Gustav Klimt

jueves, febrero 26, 2009

En el ojo de la hélice

Comunicado de Prensa ESO PR 07/09.

Una nueva y espectacular fotografía de NGC 7293, la Nebulosa de la Hélice.

Utilizando la Cámara Gran Angular del Observatorio de ESO de La Silla, se ha obtenido una nueva imagen profunda de la magnífica nebulosa planetaria de la Hélice. La misma muestra un riquísimo fondo de galaxias distantes, que usualmente no se ven en otras fotografías de este objeto.

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ESO PR Photo 07a/09 – La Nebulosa de la Hélice

Esta imagen compuesta en color de NGC 7293 se obtuvo con la Cámara Gran Angular adosada al telescopio de 2,2 metros de la Sociedad Max-Planck/ESO de La Silla, Chile. El resplandor verde azulado en el centro proviene de los átomos de oxígeno que brillan bajo los efectos de la intensa luz ultravioleta que proviene de la estrella central a 120 000ºC. Más lejos de la estrella y más allá del anillo de nódulos, el color rojo del hidrógeno y del nitrógeno es más prominente.

© ESO

La Nebulosa de la Hélice, NGC 7293, se encuentra a unos 700 años-luz de distancia, en la dirección de la constelación de Acuario. Es uno de los más cercanos y espectaculares ejemplos de nebulosa planetaria. Estos objetos exóticos no tienen nada que ver con los planetas, sino que son el florecimiento final de las estrellas tipo Sol antes de su retiro como enanas blancas.


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ESO PR Video 06a/09: Zoom sobre la Nebulosa de la Hélice

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ESO PR Video 06b/09: Paneo sobre la Nebulosa de la Hélice

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ESO PR Video 06c/09: Zoom y paneo sobre la Nebulosa de la Hélice

Capas de gas son expulsadas de la superficie de una estrella, a menudo con hermosos e intrincados patrones que relucen bajo la fuerte radiación ultravioleta proveniente de la tenue, pero muy caliente, estrella central. El anillo central de la Nebulosa de la Hélice tiene unos dos años-luz de diámetro, o sea la mitad de la distancia entre el Sol y su más cercana vecina estelar.

A pesar de ser sumamente espectacular desde el aspecto fotográfico, la Hélice resulta difícil de observar a simple vista ya que su luz se disemina ligeramente sobre una gran área del cielo, y la historia de su descubrimiento es bastante oscura. Aparece por primera vez en una lista de nuevos objetos compilada por el astrónomo alemán Karl Ludwig Harding en 1824. El nombre de Hélice se origina por la burda forma de sacacorchos que se veía en las primeras fotografías.

Aunque la Hélice luce muy parecida a una rosquilla, los estudios han mostrado que posiblemente consista en al menos dos discos separados con anillos y filamentos externos. El más luminoso disco interior parece estarse expandiendo a la velocidad de unos 100 000 kilómetros/hora, y haber tardado unos 12 000 años en formarse.

Como la Hélice se encuentra relativamente cerca (cubre un área del cielo de aproximadamente un cuarto de Luna llena), puede ser estudiada con un detalle mucho mayor que otras nebulosas planetarias, y se ha descubierto que posee una estructura inesperada y compleja.

Por todo el interior del anillo se encuentran pequeñas burbujas, conocidas como “nódulos cometarios”, con tenues colas que se extienden alejándose de la estrella central. Se parecen notablemente a gotitas de líquido que bajan por una plancha de vidrio. Aunque lucen diminutos, cada nódulo es tan grande como nuestro sistema solar. Han sido estudiados ampliamente, tanto por el Telescopio Muy Grande de ESO como por el Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA, pero continúan siendo comprendidos solo en forma parcial.

Una mirada cuidadosa sobre la parte central de este objeto revela no solamente los nódulos, sino también muchas galaxias remostas que se ven a través del finamente diseminado gas luminoso. Algunas de ellas parecen haberse reunido en grupos galácticos separados dispersos en varias partes de la imagen.

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Últimos comunicados de prensa de ESO publicados en este blog:

- ESO PR 06/09: Un telescopio virtual de 100 mt de diámetro.
- ESO PR 05/09: Fuertes vientos sobre La Quilla.
- ESO PR 04/09: Nueva técnica para el estudio de asteroides.
- ESO PR 03/09: El corazón de Centaurus A.
- ESO PR 02/09: La frenética actividad de las fábricas estelares.

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Observatorio de ESO en La Silla, desierto de Atacama, Chile.

© ESO


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Artículo original: ESO Press Release 07/09.
Título: “Into the Eye of the Helix”
Fecha: Febrero 25, 2009
Enlace con el artículo original:
aquí
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miércoles, febrero 25, 2009

¿Comenzó la vida en el hielo?

Las inusuales propiedades del agua congelada pueden haber sido el medio para que la vida fuera posible.


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A lo largo de las últimas décadas varios científicos notables han comenzado a sospechar que la vida sobre la Tierra no evolucionó en una tibia sopa primordial, sino en el hielo, a temperaturas que pocas formas vivientes pueden tolerar ahora.

Las leyes mismas de la química pueden realmente haber favorecido a la vida, dice Jeffrey Bada del Instituto Scripps de Oceanografía en La Jolla, California. “Hemos estado discutiendo durante largo tiempo”, dice, “que las condiciones frías tienen mucho más sentido, desde un punto de vista químico, que las condiciones cálidas”.

Si Bada y otros están en lo correcto, esto no solo sería la respuesta sobre cómo fue que la vida surgió en nuestro planeta, sino que modificaría dramáticamente nuestra búsqueda de vida en el sistema solar y más allá. En este punto, nuestras probabilidades de encontrar vida en otras partes pueden ser mejores que lo que se suponía previamente.

Bada propone que la vida no se originó en las profundidades subterráneas de la Tierra, como algunos han sostenido, sino en la superficie terrestre, donde una forma primitiva de selección natural engendró el primera material genético.


Géiseres en erupción, intensa acción de olas, destellos relampagueantes, y llamaradas de luz solar trabajaron combinadamente con una atmósfera de metano, amoníaco, hidrógeno y vapor de agua, para producir una sopa primigenia de ingredientes básicos para los comienzos de la vida junto a un bombardeo constante de asteroides, mareas asesinas, una atmósfera letal y una extraña alfombra de limo.

¿Pero cuál fue el papel del hielo en los orígenes de la vida sobre la Tierra y quizás en otros lugares de nuestro sistema solar y más allá?

Muchos de quienes a lo largo de los años han estudiado el origen de la vida, han preferido comenzar con presunciones que tienen sentido en el mundo actual. Hoy en día, la vida tiende a prosperar en lugares cálidos. En consecuencia, los científicos han imaginado que la vida emergió en chimeneas volcánicas cálidas, o incluso casi hirvientes. Sin embargo, como una relación amorosa que ha finalizado, es posible que las condiciones que ahora nos matarían, pudieran haber sido las que nutrieron nuestra existencia en el comienzo mismo.

El fallecido pionero de la “teoría fría”, Stanley Miller, desafió la creencia popular con sus nuevos experimentos e ideas. Sus estudiantes, junto a otros, han continuado sus pasos con experimentos indicadores de que la vida pudo muy bien haber evolucionado bastante por debajo del punto de congelación. Bada fue un estudiante de Miller y está de acuerdo con que podríamos estar observando las cosas desde un ángulo equivocado.

Aunque la vida, tal como la conocemos actualmente, requiere agua líquida, pequeñas cantidades de líquido pueden persistir incluso a -51ºC. Bolsones microscópicos de agua dentro del hielo antiguo pueden haber agrupado moléculas simples, que se unieron en cadenas cada vez más largas.

Matthew Levy, quien también fuera estudiante graduado de Miller y que ahora es un biólogo molecular en el Colegio Albert Einstein de Medicina en la ciudad de Nueva York, recuerda que se le entregó una de las muestras de Miller congeladas durante 25 años para que trabajara con ellas.

La mezcla de amoníaco y cianuro representaba las condiciones que según creían los científicos habían existido en la Tierra primigenia y que podrían haber contribuido al surgimiento de la vida. Durante 25 años, Miller la había mantenido tan fría como la superficie de Europa, la luna de Júpiter, demasiado fría, había asumido la mayoría de los científicos, como para que algo hubiera sucedido. Lo que Levy descubrió fue que se habían formado siete aminoácidos diferentes y once tipos de núcleobases.

“Lo más notable”, dice Bada, “es que el resultado de estos experimentos congelados fue incluso mejor, para algunos compuestos, de lo que había sido en experimentos a temperatura ambiente”.

Muchos estuvieron escépticos, y encontraron que esos resultados habían sido “demasiado notables”. Bada y Miller debieron llevar a cabo más experimentos antes de poder conseguir que su artículo fuera publicado en una revista de buena reputación.

La resistencia hacia la teoría fría no era sorprendente. Muchas reacciones químicas se enlentecen cuando la temperatura desciende, y según los cálculos estándar, las reacciones que unen moléculas cianhídricas, por ejemplo, en aminoácidos y núcleobases deberían correr cien mil veces más despacio a -80ºC que a temperatura ambiente. Según esos cálculos, aún si Miller hubiera llevado a cabo su experimento a lo largo de 250 años, en lugar de los 25 que eligió, no habría podido producir nada. Sin embargo, las cosas no siempre suceden de la forma que esperamos. A menudo, lo inesperado es lo que nos proporciona las respuestas más increíbles.

Un joven científico llamado Alexander Vlassov puede haber encontrado accidentalmente la respuesta a cómo los diminutos trocitos de ARN se convierten en cadenas más largas y bien constituidas que pudieron haber actuado como las primeras enzimas.

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Diferencias entre el ADN y el ARN. Ambos polímeros de nucléotidos están formados por un código de 4 bases nitrogenadas. Sin embargo, en la célula el ADN se encuentra como una doble cadena y el ARN generalmente como una cadena simple. La similitud en el alfabeto permite la síntesis de un polímero utilizando el otro como molde, en presencia de las enzimas adecuadas.

© http://www.educ.ar/educar/

Vlassov estaba trabajando en SomaGenics, una compañía biotécnica en Santa Cruz, California, desarrollando enzimas ARN que se pegaban sobre el virus de la hepatitis C. Pero sus enzimas ARN no se estaban comportando bien. Normalmente, consistían en un único segmento de ARN, pero cada vez que las enfriaba por debajo del punto de congelación para purificarlas, la cadena de ARN unía espontáneamente sus puntas para formar un círculo, como una serpiente que se mordiera su propia cola.

Mientras Vlassov intentaba corregir el “fallo”, notó que otra enzima ARN, llamada “horquilla” (de cabello), también estaba actuando. A la temperatura ambiente, la “horquilla” actúa como unas tijeras, cortando en pedazos a otras moléculas ARN. Pero cuando Vlassov la congelaba, actuaba al revés. Unía otras cadenas ARN por sus puntas.

Descubrimientos como éste arrojan nueva luz sobre las probabilidades de hallar vida más allá de la Tierra, especialmente con los recientes descubrimientos de géiseres en las lunas congeladas de Saturno. También se cree que Encelado contiene grandes cantidades de hierro bajo la superficie de sus polos.

Si alguna vez la vida se formó en una de estas áreas heladas, todavía podría subsistir allí. En la Tierra, aún las áreas que parecen estar congeladas albergan vida. Por ejemplo, en las venas microscópicas que permean el hielo ártico, las altas concentraciones de sal mantienen trazas de agua en estado líquido a una temperatura de -54ºC, y las bacterias y las diatomeas sobreviven en esas diminutas “venas líquidas”.

Hajo Eicken, un glaciólogo de la Universidad de Alaska en Fairbanks, sospecha que condiciones similares pudieran existir en las capas inferiores más cálidas de lunas como Europa. “Potencialmente, hay cientos de metros de hielo, si no kilómetros, que podrían resultar bastante habitables”, dice.

Otro precedente podrían ser las bacterias descubiertas debajo de películas de agua líquida de apenas unas pocas moléculas de espesor sujetas a gránulos microscópicos de arcilla en las núcleos de hielo de Groenlandia.

Consumiendo lentamente el hierro de un único gránulo, estas bacterias podrían subsistir durante un millón de años antes de agotar sus suministros de alimento. A temperaturas más frías, donde las demandas metabólicas son menores, bacterias como éstas podrían sobrevivir durante varios cientos de millones de años.

“En este negocio hay que mantener una mente abierta”, dice Bada. “Si tuviera que apostar sobre qué es lo que encontraríamos si descubrimos vida en otro lugar del universo, sospecho que estaría más adaptada al frío que al calor”.

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”evolución_humana”


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Artículo original: “Is Ice a Calalyst for Life?”
Autora: Rebecca Sato
Fecha: Noviembre 28, 2008
Enlace con el artículo original:
aquí
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domingo, febrero 22, 2009

Andrómeda, por GALEX

Imágenes celestes: M31, la galaxia de Andrómeda, vista en el ultravioleta.



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M31, la galaxia de Andrómeda.

© NASA/JPL-Caltech

Andrómeda, la galaxia de al lado

Aproximadamente a 2,5 millones de años-luz de distancia, la galaxia de Andrómeda, o M31, es la más grande vecina galáctica de nuestra Vía Láctea. Se extiende por unos 260 000 años-luz, un tamaño tan grande que se debieron unir diez imágenes del GALEX para producir esta vista de la galaxia de al lado.

Las volutas azuladas que componen los brazos espirales de la galaxia son vecindarios que albergan estrellas jóvenes calientes y masivas. Mientras tanto, la esfera blanco-anaranjada central revela una congregación de estrellas más frías y viejas que se formaron hace mucho tiempo.

Andrómeda es tan luminosa y está tan cerca que es una de las tres únicas galaxias que pueden ser observadas a simple vista desde la Tierra. Esta imagen es una composición en dos colores, donde el azul representa la luz ultravioleta lejana, y el rojo la ultravioleta cercana.

GALEX

GALEX

Telescopio espacial ultravioleta GALEX

© NASA/JPL

En su carácter de telescopio ultravioleta más sensible lanzado hasta la fecha, el Explorador de Evolución Galáctica (GALEX = Galaxy Evolution Explorer) de la NASA explora galaxias, los "universos islas" de Kant, a lo largo de 10 mil millones de años de historia cósmica.

Desde su lanzamiento en abril de 2003, GALEX ha estudiado cientos de miles de galaxias, revelando algunos de los vecindarios estelares más calientes del cosmos.



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Artículo original: “Andromeda, the Galaxy Next Door”
Fecha: Febrero 21, 2008
Enlace con el artículo original:
aquí
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Un telescopio virtual de 100 mt de diámetro

Comunicado de Prensa ESO PR 06/09.

Comienza una nueva era en la fotografía de estrellas.

Un equipo de astrónomos franceses ha capturado una de las imágenes más definidas jamás lograda. Observaron la estrella T Leporis, que aparece en el cielo tan pequeña como una casa de dos pisos en la Luna [1]. La fotografía fue tomada con el Interferómetro del Telescopio Muy Grande (VLTI = Very Large Telescope Interferometer) de ESO emulando a un telescopio virtual de unos 100 metros de diámetro, y revela una corteza molecular esférica alrededor de una vieja estrella.

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ESO PR Photo 06a/09: Estrella T Leporis

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ESO PR Photo 06b/09: T Leporis a escala

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ESO PR Photo 06c/09 – Un telescopio virtual de 100 mt

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ESO PR ESO PR Photo 06d/09 – La órbita de Theta 1 Orionis C

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ESO PR Video 06a/09 – Haciendo zoom en T Leporis

“Esta es una de las primeras imágenes obtenidas utilizando interferometría en el infrarrojo cercano”, dice el autor principal Jean-Baptiste Le Bouquin. La interferometría es una técnica que combina la luz proveniente de varios telescopios, lo que da como resultado una visión tan definida como la de un telescopio gigante con un diámetro igual a la mayor separación entre los telescopios utilizados. Este logro requiere que los componentes del sistema VLTI estén posicionados con una precisión de una fracción de micrómetro a lo largo de unos 100 metros, y que se mantengan así durante las observaciones… un formidable reto tecnológico.

Mientras realizan la interferometría, los astrónomos deben a menudo contentarse con franjas, el característico patrón de líneas oscuras y brillantes que se producen cuando se combinan dos haces de luz, a partir del cual se pueden modelar las propiedades físicas del objeto estudiado.

Pero si el objeto es observado varias veces con diferentes combinaciones y configuraciones de los telescopios, es posible unir esos resultados para reconstruir una imagen del objeto. Esto es lo que ahora se ha hecho con el VLTI de ESO, utilizando los Telescopios Auxiliares de 1,8 metros.

“Pudimos confeccionar una imagen asombrosa, y revelar por primera vez la estructura como de cebolla de la atmósfera de una estrella gigante en la última fase de su vida”, dice Antoine Mérand, miembro del equipo. “Anteriormente, los modelos numéricos y los datos indirectos nos habían permitido imaginar la apariencia de la estrella, pero es bastante sorprendente que ahora podamos verla, y a todo color”.

Aunque apenas mide 15 x 15 píxeles, la imagen reconstruida muestra un acercamiento extremo de una estrella 100 veces más grande que el Sol, un diámetro aproximadamente igual a la distancia Tierra-Sol. A su vez, esta estrella está rodeada por una esfera de gas molecular, que es unas tres veces más grande.

T Leporis, en la constelación de Lepus (la Liebre), está localizada a 500 años-luz de distancia. Pertenece a la familia de las estrellas Mira, bien conocidas para los astrónomos aficionados. Estas son estrellas variables gigantes que casi han consumido su combustible nuclear y están perdiendo masa. Están cerca del fin de su vida como estrellas, y pronto morirán, convirtiéndose en enanas blancas. El Sol se convertirá en una estrella Mira dentro de unos pocos miles de millones de años, rodeando a la Tierra en el polvo y el gas expelido en sus estertores finales.

Las estrellas Mira se encuentran entre las mayores fábricas de moléculas y polvo en el universo, y T Leporis no es la excepción. Pulsa con un período de 380 días y cada año pierde el equivalente a la masa de la Tierra. Como las moléculas y el polvo se forman en las capas de la atmósfera que rodea a la estrella central, los astrónomos quisieran poder ver estas capas. Pero eso no es una tarea fácil, debido a que las estrellas están muy lejos; a pesar de un enorme tamaño intrínseco, su radio aparente en el cielo puede ser apenas media millonésima del diámetro del Sol.

“T Leporis se ve tan pequeña desde la Tierra que únicamente una instalación interferométrica, tal como la del VLTI en Paranal, puede fotografiarla. El VLTI puede resolver estrellas 15 veces más pequeñas que las resueltas por el Telescopio Espacial Hubble”, dice Le Bouquin.

Para crear esta imagen con el VLTI, los astrónomos tuvieron que observar a la estrella durante varias noches consecutivas, utilizando todos los cuatro Telescopios Auxiliares (ATs) móviles de 1,8 metros del VLT. Los ATs fueron combinados en diferentes grupos de tres, y también se movieron a posiciones diferentes, creando más configuraciones interferométricas nuevas, de modo que los astrónomos pudieron emular a un telescopio virtual de aproximadamente 100 metro de diámetro y confeccionar así una imagen.

“La obtención de imágenes como ésta fue una de las motivaciones principales en la construcción del Interferómetro del Telescopio Muy Grande. Ahora hemos entrado realmente en la era de la fotografía estelar”, dice Mérand.

Una ilustración perfecta de esto es otra imagen del VLTI que muestra al sistema estelar doble Theta 1 Orionis C en la nebulosa del Trapecio, en Orión. Esta imagen, que fue la primera jamás confeccionada con los datos del VLTI, separa claramente a las dos jóvenes estrellas masivas del sistema. En sí mismas, las observaciones tienen una resolución espacial de unos dos miliarcosegundos. De estas, y de varias otras observaciones, el equipo de astrónomos liderados por Stefan Kraus y Gerd Weigelt del Instituto Max Planck de Bonn pudo derivar las propiedades de la órbita de este sistema binario, incluyendo la masa total de las dos estrellas (47 masas solares) y la distancia que las separa de nosotros (1350 años-luz).

NOTAS

[1] Sin embargo, el VLTI no podrá observar la Luna, ya que su superficie es demasiado grande como para producir los patrones de interferencia necesarios para esta técnica.

Más información

Estos resultados aparecerán en una Carta al Editor en Astronomy & Astrophysics (J.-B. Le Bouquin et al., Pre-maximum spectro-imaging of the Mira star T Lep with AMBER/VLTI).

El equipo está integrado por Jean-Baptiste Le Bouquin y Antoine Mérand (ESO), Sylvestre Lacour y Stéphanie Renard (LAOG, CNRS, Grenoble, Francia), y Eric Thiébaut (AIRI, Observatoire de Lyon, Francia).

El resultado Theta 1 Orionis C está presentado en un artículo que aparecerá en Astronomy & Astrophysics (S. Kraus et al., Tracing the young massive high-eccentricity binary system Theta1 Orionis C through periastron passage).

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Últimos comunicados de prensa de ESO publicados en este blog:

- ESO PR 05/09: Fuertes vientos sobre La Quilla.
- ESO PR 04/09: Nueva técnica para el estudio de asteroides.
- ESO PR 03/09: El corazón de Centaurus A.
- ESO PR 02/09: La frenética actividad de las fábricas estelares.
- ESO PR 01/09: ESO: noticias destacadas del 2008.

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Telescopio auxiliar de 1,8 metros del VLT, bajo el cielo nocturno de Paranal.

© ESO



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Artículo original: ESO Press Release 06/09.
Título: “Hundred metre virtual telescope captures unique detailed colour image”
Fecha: Febrero 18, 2009
Enlace con el artículo original:
aquí
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sábado, febrero 14, 2009

Fuertes vientos sobre La Quilla

Comunicado de Prensa ESO PR 05/09.


La Nebulosa de Carina vista en colorido detalle.

La última imagen de ESO revela con asombroso detalle las intrincadas estructuras de una de las más grandes y luminosas nebulosas del cielo, la Nebulosa de Carina (NGC 3372), donde los fuertes vientos y la poderosa radiación proveniente de una flora de estrellas masivas crean en caos en la enorme nube de gas y polvo de la cual nacieron.

ESO_PR_Photo_/09


ESO PR Photo 05a/09 – La Nebulosa de Carina

Abajo a la izquierda se puede ver a Eta Carinae, y la Nebulosa de Ojo de la Cerradura se encuentra a su lado. A la derecha de Eta Carinae se encuentra el cúmulo abierto de Trumpler 14. Otro cúmulo abierto, Collinder 228, se puede ver también justo por debajo de la estrella. El norte está arriba y el este a la izquierda. El campo de visión de 0,55º x 0,55º cubre una región de 144 x 144 años-luz.

© ESO

Esta gran y hermosa fotografía muestra toda la variedad de este paisaje grandioso, salpicado por cúmulos de estrellas jóvenes, de grandes nebulosas de polvo y gas, pilares de polvo y glóbulos, y adornado por una de las más impresionantes estrellas binarias del universo. Fue generada combinando exposiciones realizadas a través de seis filtros diferentes por la Cámara Gran Angular (WFI = Wild Fiel Imager) adosada al telescopio ESO/MPG de 2,2 metros en el observatorio de ESO de La Silla, en Chile.

La Nebulosa de Carina está localizada a unos 7 500 años-luz de distancia en la constelación del mismo nombre (Carina, en español La Quilla). Con una extensión de unos 100 años-luz, es cuatro veces más grande que la famosa Nebulosa de Orión, y mucho más luminosa. Es una región de intensa formación estelar con franjas oscuras de polvo frío que divide el resplandeciente gas nebular que rodea sus muchos cúmulos de estrellas.

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Nebulosa de Carina: cliquear para paneo.

© ESO

El resplandor de la Nebulosa de Carina proviene principalmente del hidrógeno caliente que se regodea bajo la fuerte radiación de monstruosas estrellas bebé. La interacción entre el hidrógeno y la luz ultravioleta da como resultado sus característicos colores rojo y púrpura.

La inmensa nebulosa contiene más una docena de estrellas con masas que son al menos 50 o 100 veces superiores a la de nuestro Sol. Las estrellas de este tipo viven poco tiempo, unos pocos millones de años como máximo, un parpadeo comparado con las expectativas de duración de unos diez mil millones de años para la vida del Sol.

Una de las estrellas más impresionantes del universo, Eta Carinae, se encuentra en esta nebulosa. Es una de las estrellas más masivas de la Vía Láctea, con alrededor de 100 veces la masa del Sol y unos cuatro millones de veces más luminosa, lo que la convierte en la estrella más brillante que se conoce.

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Nebulosa de Carina: cliquear para acercamiento.

© ESO

Eta Carinae es altamente inestable, y propensa a estallidos violentos, el más notable de los cuales fue el falso evento supernova de 1842. Durante unos pocos años, Eta Carinae fue la segunda estrella más luminosa del cielo nocturno y produjo casi tanta luz visible como una explosión supernova (el estertor mortal común de una estrella masiva), pero sobrevivió.

También se cree que Eta Carinae tiene una compañera caliente que orbita a su alrededor en 5,54 años, en una órbita elíptica. A mediados de enero de 2009, la compañera se encontraba en el punto más cercano a Eta Carinae. Este acontecimiento, que puede proporcionar una visión única dentro de la estructura de vientos de las estrellas masivas, ha sido seguido por una flotilla de instrumentos adosados a varios de los telescopios de ESO.

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Últimos comunicados de prensa de ESO publicados en este blog:

- ESO PR 04/09: Nueva técnica para el estudio de asteroides.
- ESO PR 03/09: El corazón de Centaurus A.
- ESO PR 02/09: La frenética actividad de las fábricas estelares.
- ESO PR 01/09: ESO: noticias destacadas del 2008.
- ESO PR 48/08: Un rutilante ramillete de estrellas.

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Observatorio de ESO en La Silla, desierto de Atacama, Chile.

© ESO


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Artículo original: ESO Press Release 05/09.
Título: “Strong Winds over the Keel”
Fecha: Febrero 12, 2009
Enlace con el artículo original:
aquí
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domingo, febrero 08, 2009

Filigranas de oro cósmico

Imágenes celestes: Simeis 147, remanente de supernova



Simeis 147

Remanente de supernova Simeis 147.

© J-P Metsävainio (Astro Anarchy)

Resulta fácil perderse siguiendo los intrincados filamentos en esta imagen detallada del tenue remanente de supernova Simeis 147. Catalogado también como Sh2-240 y observable en la dirección de la constelación de Taurus, el Toro, cubre casi 3 grados (6 lunas llenas) en el cielo.

La notable imagen compuesta de banda angosta en la paleta de color del Hubble, incluye emisiones de átomos de hidrógeno, azufre y oxígeno que trazan regiones de resplandeciente gas impactado.

Este remanente de supernova tiene una edad estimada de unos 40 000 años, es decir, que la luz de esta explosión estelar llegó por primera vez a la Tierra hace 40 000 años. Pero este remanente en expansión no es la única consecuencia. La catástrofe cósmica también dejó detrás un pulsar o estrella neutrónica en rotación, que es todo lo que queda del corazón de la estrella original.


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Artículo original: “Simeis 147: Supernova Remnant”
Fecha: Enero 31, 2009
Enlace con el artículo original:
aquí
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Nueva técnica para el estudio de asteroides

Comunicado de Prensa ESO PR 04/09.

Otro logro del Observatorio Austral Europeo.

Un equipo de astrónomos franceses e italianos ha desarrollado un nuevo método para determinar el tamaño y la forma de asteroides que son demasiado pequeños o que están demasiado lejos para las técnicas tradicionales, aumentando así por un factor de varios cientos el número de asteroides que pueden ser medidos. Este método toma ventaja de las capacidades únicas del Interferómetro del Telescopio Muy Grande de ESO (VLTI).

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ESO PR Photo 04a/09 – Asteroide Bárbara

Representación artística del asteroide Bárbara (No. 234). Las observaciones sugieren que Bárbara posee una forma cóncava compleja, cuyo mejor modelo corresponde a dos cuerpos que posiblemente estén en contacto.

© ESO/L. Calçada

“El conocimiento de los tamaños y formas de los asteroides resulta crucial para comprender cómo, en los días primitivos de nuestro sistema solar, el polvo y los guijarros se reunieron para formar cuerpos más grandes, y cómo las colisiones y la re-acumulación los ha modificado desde entonces”, dice Marco Delbo, del Observatorio de la Costa Azul, en Francia, quien encabezó el estudio.

La fotografía directa con óptica adaptable en los mayores telescopios con base en tierra tales como el Telescopio Muy Grande (VLT) de ESO en Chile (véanse los comunicados de prensa de ESO Nos. 21/05 y 18/07), y los telescopios espaciales y las mediciones de radar (ESO 11/07) son actualmente los métodos favoritos para el estudio de los asteroides.

Sin embargo, la fotografía directa, incluso con la óptica adaptable, se ve limitada generalmente a los cien asteroides más grandes del cinturón principal, mientras que las mediciones de radar están constreñidas en su mayoría a asteroides cercanos a la Tierra que experimentan encuentros cercanos con nuestro planeta.

Delbo y sus colegas han inventado un nuevo método que utiliza la interferometría para resolver asteroides con apenas 15 km de diámetro localizados en el cinturón principal, a doscientos millones de kilómetros de distancia. Esto equivale a poder medir el tamaño de una pelota de tenis a una distancia de mil kilómetros.

Esta técnica no solamente aumentará dramáticamente el número de objetos que pueden ser medidos sino que, lo que es aún más importante, pondrá a nuestro alcance a asteroides pequeños que son físicamente muy diferentes a los bien estudiados más grandes.

La técnica interferométrica combina la luz proveniente de dos o más telescopios. Los astrónomos probaron su método utilizando el VLTI de ESO, combinando la luz de dos Unidades Telescopio de 8,2 metros del VLT.

“Esto equivale a tener una visión tan aguda como la de un telescopio con un diámetro igual a la separación entre las dos Unidades Telescopio del VLT, en este caso, 47 metros”, dice el co-autor Sebastiano Ligori, de INAF-Torino, en Italia. Los investigadores aplicaron su técnica al asteroide No. 234, Bárbara, del cinturón principal de asteroides, del cual el co-autor Alberto Cellino había descubierto que poseía propiedades inusuales.

Aunque está tan lejos, las observaciones del VLTI revelaron que este objeto tenía una forma peculiar. El modelo que encaja mejor indica que estaría compuesto por dos cuerpos, cada uno de ellos del tamaño de una gran ciudad, con diámetros de 37 y 21 km y separados por al menos 24 km. “Las dos partes parecen superponerse”, dice Delbo, “de modo que el objeto podría tener la forma de un cacahuete gigantesco o que podrían ser dos cuerpos separados orbitando uno alrededor del otro”.

Si Bárbara resultar ser un asteroide doble, sería incluso más importante: al combinar las mediciones de sus diámetros con los parámetros de sus órbitas, los astrónomos podrían computar la densidad de los objetos. “Bárbara es claramente un sujeto de alta prioridad para observaciones futuras”, concluye Ligori.

Habiendo comprobado la validez de su nueva y poderosa técnica, el equipo puede ahora iniciar una gran campaña de observación para estudiar asteroides pequeños.

Más información

Estas observaciones son presentadas en un artículo escrito por Delbo M et al., First VLTI-MIDI direct determinations of asteroid sizes, en prensa en la revista Astrophysical Journal.

El equipo está compuesto por Marco Delbo y Alexis Matter (OCA, Francia), Sebastiano Ligori y Alberto Cellino (INAF-Torino, Italia), y Jerome Berthier (IMCCE, Observatoire de Paris, Francia).

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Últimos comunicados de prensa de ESO publicados en este blog:

- ESO PR 03/09: El corazón de Centaurus A.
- ESO PR 02/09: La frenética actividad de las fábricas estelares.
- ESO PR 01/09: ESO: noticias destacadas del 2008.
- ESO PR 48/08: Un rutilante ramillete de estrellas.
- ESO PR 47/08: La disección de un agujero negro supermasivo.

VLT

VLT de ESO en Paranal, Chile.

© ESO



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Artículo original: ESO Press Release 04/09.
Título: “Powerful New Technique to Measure Asteroids' Sizes and Shapes”
Fecha: Febrero 04, 2009
Enlace con el artículo original:
aquí
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martes, febrero 03, 2009

Las tierras escalonadas de Marte

Los ciclos climáticos dejan patrones rítmicos en capas de roca del planeta rojo.

El paisaje marciano se nos muestra tan variado como violento, con evidencias de cráteres de impacto, enormes erupciones volcánicas e incluso antiquísimas inundaciones catastróficas.

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Sugerencia de deposición rítmica en el lecho rocoso sedimentario dentro del cráter Becquerel en Marte, según los patrones que se observan en esta imagen del MRO.

©NASA/Caltech/University of Arizona

Sin embargo, las recientemente obtenidas imágenes de formaciones rocosas escalonadas sugieren que alguna vez nuestro cercano vecino solar gozó de un patrón bastante regular de ciclos climáticos moderados que persistieron a lo largo de millones de años.

Un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de California (Caltech) examinó imágenes capturadas con la cámara HiRISE del MRO (Mars Reconnaissance Orbiter = Orbitador de Reconocimiento de Marte). Al combinar fotografías tomadas desde diferentes perspectivas, los científicos produjeron imágenes tridimensionales del área del cráter Becquerel que mostraban capas sobre capas de rocas sedimentarias surgidas a la vista por montículos formados por la erosión en el fondo. Las capas que mostraban estos afloramientos tenían la forma de una escalera, y cada escalón era del mismo espesor.

Los investigadores proponen que cada una de estas capas fue formada a lo largo de un período de unos 100 000 años y que fueron producidas por cambios climáticos cíclicos.

Cada conjunto de 10 de estas capas están agrupadas en una unidad mayor que el equipo, liderado por Kevin Lewis de Caltech, calcula que fue depositada a lo largo de un período de un millón de años, y el cráter Becquerel contiene diez de estas unidades mayores.

Ahora bien, un millón de años es la duración de las variaciones periódicas en la inclinación del eje de rotación de Marte, lo que sugiere que las variaciones climáticas provocadas por esta inclinación fueron las generadoras de las capas. Por lo tanto, cada unidad mayor representa los procesos climáticos de cada ciclo de inclinación, el cual periódicamente enfriaba la región ecuatorial y calentaba los polos.

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Secuencias de capas cíclicas de rocas sedimentarias expuestas en un cráter innominado de Arabia Terra, en Marte.

© Caltech; HiRISE Images, NASA/JPL/University of Arizona)

Según comentó Lewis, “son los mismos cambios que se han encontrado con el paso de las edades de hielo en la Tierra y que también pueden llevar a una sedimentación cíclica”.

La inclinación del eje de nuestro planeta varía entre 22,1º y 24,5º a lo largo de un período de 41 000 años, y esta variación es responsable por la variación estacional del clima porque la porción de la Tierra que apunta hacia el Sol, y que recibe más luz solar a lo largo de un día, cambia gradualmente durante el año. Durante la fase de menor oblicuidad, las regiones polares se ven menos sujetas a las variaciones estacionales, lo que lleva a períodos de glaciación.

Por su lado, la inclinación del eje marciano varía en decenas de grados a lo largo de un ciclo de 100 000 años, lo que genera unas diferencias aún más impresionantes. Cuando la oblicuidad es baja, los polos son los lugares más fríos del planeta y el Sol se encuentra cerca del ecuador en todo momento. Esto haría que los volátiles atmosféricos, tales como el agua y el dióxido de carbono migraran hacia los polos, donde se estacionarían en forma de hielo.

Cuando la oblicuidad es mayor, los polos reciben más luz solar, y esos materiales emigrarían, lo que afecta el “presupuesto” de volátiles. Con el dióxido de carbono alejándose de los polos, aumentaría la presión atmosférica, lo que podría provocar una diferencia en la capacidad de los vientos para transportar y depositar la arena, según dijo Oded Aharonson, profesor de ciencias planetarias y miembro del equipo. Este efecto podría cambiar la tasa de deposición de capas, tal como lo observado en los cuatro cráteres.

Otro efecto podría ser un cambio en la estabilidad del agua superficial, lo que alteraría la forma en que se unen y cementan entre sí los gránulos de arena cuando forman las capas de rocas.

“Todo el sistema climático sería diferente”, agrega Aharonson.

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Rocas sedimentarias en las cuales vemos una serie de capas con un espesor aproximadamente similar.

© NASA/JPL-Caltech/University of Arizona

En el caso de las rocas, cada capa ha sido erosionada en forma escalonada, en una topografía donde el material más resistente se encuentra sobre material menos resistente a la erosión, según explica Lewis.

Algún cambio medioambiental periódico parece haber afectado la capacidad de resistencia de cada sedimento, quizás por causa del tamaño de las partículas de arena o limo que fueron depositadas por el viento, o tal vez por la forma en que esas partículas se cementaron entre sí después de la deposición. Algunas de las capas individuales tienen menos de un metro de espesor.

Las capas de espesor similar se repiten centenares de veces en rocas expuestas dentro de cuatro cráteres de la región de Arabia Terra, uno de los cuales es el de Becquerel donde el patrón de unidades de 10 capas se repite al menos diez veces, los que podrían corresponderse con los patrones de cambio de la inclinación del eje de rotación de Marte.

Comúnmente, los geólogos encuentran “ritmos” o patrones repetitivos en capas sedimentarias terrestres. Algunos de estos ritmos son el resultado de ciclos anuales, o de mareas, o de inundaciones que no tienen por qué ser periódicas, pero el tema de ciclos astronómicos de mayor duración ha estado en debate. Una forma de establecer su existencia es demostrar que los ciclos astronómicos pueden dejar su marca en sedimentos en forma de conjuntos repetitivos de cinco capas en el lecho de rocas de nuestro planeta que coincidan con dos variaciones cíclicas de relación 5 a 1 conocidas en la órbita terrestre.

En el caso marciano, Lewis y sus colegas hallaron algo así. “Nuestros descubrimientos sugieren que fueron ciclos de cambio climático los que produjeron los patrones registrados en las capas rocosas de Marte, y que posiblemente fueron el resultado de variaciones similares en su órbita”, dijo. “Marte tiene una relación de 10 a 1 en los ciclos de cambios de inclinación. Claramente, vemos una relación de 10 a 1 en estos depósitos sedimentarios. Es algo así como intentar identificar una canción: resulta más fácil si hay muchos instrumentos que suenan en partes diferentes que en el caso de que haya un único ritmo”.

Además de tener un ritmo de diez golpes en lugar del patrón terrestre de cinco, Marte posee características que lo convierten en un buen laboratorio para el estudio de cómo los ciclos astronómicos afectan al clima. La inclinación del eje marciano varía mucho más que la del terrestre porque la relativamente grande Luna proporciona un efecto estabilizador. Además, a lo largo de la mayor parte de su historia, Marte ha carecido de océanos y de una atmósfera espesa que, como la de la Tierra, moderaran los efectos de las variaciones orbitales y que agregaran sus propios patrones cíclicos.

“Este estudio nos ofrece indicios de como operaba el antiguo clima marciano, y nos muestra un medioambiente más predecible y regular de lo que se podría suponer por otros rasgos geológicos que indican inundaciones catastróficas, erupciones volcánicas y eventos de impacto”, agrega Lewis. “Se necesitará más trabajo para comprender en su totalidad la información contenida en estos archivos geológicos naturales”.

“Para mí, una de las cosas interesantes de este proyecto es que pudimos utilizar en Marte técnicas que son cosa común en los estudios de estratigrafía en la Tierra”, dice Aharonson. “Utilizamos una cámara de alta resolución en órbita alrededor de Marte y un procesamiento estereográfico en lugar de la brújula de Brunton y la mesa de mapas del geólogo, y pudimos derivar la misma información cuantitativa en la misma escala. Esto permitió llegar a conclusiones que tienen un significado cualitativo similar al que buscamos en nuestro planeta”.

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símbolos_de_Marte


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Fuentes utilizadas:
- Universe Today
- JPL
- Caltech
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